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James Fonseca Morales
Al cumplirse 20 años de la inauguración del Viaducto Cesar Gaviria Trujillo, conviene recordar los argumentos de la época contra su construcción. “Obra faraónica” y “obra innecesaria”, fueron 2, repetidos entonces, por quienes, con cifras, demostraban que era más barato ampliar el puente “Mosquera”.
Flat Cordones enganchar Oscuro leazy Marrón planos elásticos para Debemos recordarlos en la coyuntura actual, donde ya hay críticas al proyecto del “Cable Aéreo de Pereira” y al endeudamiento necesario para construirlo.
Si nos preguntamos: ¿qué sería hoy, de estas ciudades si su comunicación vial estuviera limitada al puente “Mosquera”, aun ampliado? Y, sí no se construyera el “Cable”, dentro de 20 años preguntaríamos: ¿por dónde y a qué costo hacer más vías a “Villa Santana”? y ¿cómo descongestionar los pocos accesos que tiene la Universidad Tecnológica?, donde habría más 25.000 estudiantes, desde 2020.
El “Cable Aéreo” tendrá unos réditos sociales de gran valor: será nuestro primer medio de transporte absueltamente limpio, pues estará impulsado por electricidad; será más seguro y rápido que cualquiera de los que viaja sobre el suelo, porque no estará sometido a la congestión y a los azares de las vías y su costo de operación no dependerá del precio de los combustibles fósiles.
Estos beneficios, aunque se dude de la auto sostenibilidad, deberían ser suficientes para acoger con entusiasmo el nuevo medio transporte.
Porque, más allá de las cuentas de sus promotores, o de quienes se oponen, que en cualquier caso deben estar soportadas en proyecciones dependientes de variables incontrolables, semejantes al auge de las motocicletas cuando arrancó el “Megabus”; encontramos abundantes ejemplos de la necesidad de subsidios oficiales en los sistemas de transporte masivo de todo el mundo.
Una de las causas del desarrollo de esta ciudad en el siglo XX, que le permitió superar a todas las vecinas, la mayoría más antiguas, fue la capacidad de sus pobladores de preverla, más que de soñarla. No de otra manera se explica que, en el poblado, con menos de 30.000 habitantes, del comienzo de ese siglo, se hayan destinado 2 manzanas para construir el hospital San Jorge.
Esa capacidad de lo que podríamos llamar “prospectiva empírica común”, es lo que tenemos que recuperar, dejando de lado el “síndrome” de: “no podremos”, sí queremos volver a Pereira al lugar de privilegio que tiene desdibujado.
Censuramos, eso sí, que el Gobierno Municipal, para acumular la capacidad de endeudamiento necesaria para financiar el “Cable”, haya inmolado el Instituto Municipal de Cultura. Fue como sacrificar los ojos para comprar zapatos.
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